Cielos chilenos atraen la observación astronómica mundial
Para los chilenos, las estrellas se han transformado en un valioso recurso natural que atrae millonarias inversiones en la forma de los más avanzados observatorios astronómicos, los cuales poco a poco han ido poblando los áridos parajes del desierto de Atacama. A través de ellos, científicos de todo el mundo, día a día, legan a la humanidad nuevos descubrimientos de galaxias, exoplanetas y diferentes eventos interestelares.
Agujeros negros, exoplanetas, tormentas solares o supernovas son apenas algunos de los muchos cuerpos celestes y fenómenos astronómicos que todos los días decenas de científicos y aficionados de todo el mundo pueden observar, como si de una ventana se tratase, en el norte de Chile.
Un privilegio que brinda una geografía chilena generosa para las necesidades de los astrónomos: su posición en el hemisferio sur, favorables condiciones meteorológicas y de circulación atmosférica, baja turbulencia de las masas de aire, montañas muy altas que permiten la observación del universo desde el rango visible al infrarrojo, una baja humedad, reducidos niveles de contaminación lumínica y radioeléctrica y corrientes marinas frías. Todos esos factores inciden en que el norte del país ofrezca el mayor índice de cielos claros en el planeta: el 90% de las noches están despejadas durante el año.
Este entorno se ha transformado en un imán irresistible para los astrónomos, quienes llegan a Chile para efectuar diversas investigaciones relacionadas con los misterios del universo, transformándolo en el principal polo astronómico global. Una condición que la próxima década seguirá fortaleciéndose con el desarrollo de nuevos proyectos.
Cúpulas en el desierto
Actualmente operan en Chile más de 20 observatorios entre las regiones de Antofagasta y Magallanes, pero ciertamente es en el norte donde se concentran los mayores y más importantes de estos complejos. Aunque varios pertenecen a universidades nacionales, un buen número son de organizaciones internacionales de astronomía que han realizado millonarias inversiones en el desierto chileno: la National Optical Astronomy Observatory (NOAO), Cerro Tololo Inter-american Observatory (CTIO), European Southern Observatory (ESO), Las Campanas Observatory (LCO), The Gemini Observatory, y Large Synoptic Survey Telescope (LSST).
De las instituciones mencionadas, destaca el aporte de la ESO, de la que dependen el Observatorio La Silla, en la Región de Coquimbo, y que adicionalmente impulsó el observatorio Paranal (Very Large Telescope), hasta ahora el más avanzado y poderoso de todos los complejos astronómicos; y el Atacama Large Millimeter Array (ALMA), un conjunto de 66 antenas de siete y doce metros de diámetro construido en el llano de Chajnantor, a 5.058,7 metros de altitud, en el desierto de Atacama. Con un costo superior a los 1.000 millones de euros, ALMA es el mayor y más caro radiotelescopio terrestre construido.
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El Atacama Large Millimetersubmillimeter Array (ALMA) de noche, debajo de las nubes Magallanes
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El baile de tres planetas sobre La Silla
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Comienza la mañana en Paranal
Pero con todo y lo mucho que ya se ha hecho en Chile en materia de infraestructura para escudriñar el espacio, existen planes en curso que van a incrementar aún más este poderío. Hoy ya ostenta un elocuente 40% de la capacidad global de observación con telescopios ópticos, y para la próxima década tiene asegurado alcanzar un 70% con los proyectos que están actualmente en construcción, pero se estima que esta cifra podría superar el 85% para el año 2025 si el país logra albergar otros dos grandes proyectos.
Uno es el del cerro Armazones. Ubicado en la sierra Vicuña Mackenna de la Cordillera de la Costa, a unos 130 kilómetros al sureste de la ciudad de Antofagasta, cobijará el Telescopio Europeo Extremadamente Grande, de 39 metros (E-ELT). El otro es el TMT (Telescopio Internacional de Treinta Metros), cuya morada en principio sería el monte Mauna Kea, en Hawai, aunque la fuerte oposición de la población hawaiana al proyecto llevaría a que finalmente se ubique en los cerros Tolar o Tolonchar, en Chile. De ser así, su construcción comenzaría en abril de 2018.
El astroturismo
Este auge de la astronomía en Chile también se ha convertido en un atractivo turístico.
Enmarcado en la categoría “intereses especiales”, el “astroturismo” se impulsa tanto en observatorios científicos, como en varias instalaciones que han sido exclusivamente diseñadas para ofrecer una experiencia al público en general. Como complemento, existen múltiples operadores que ofrecen todo tipo de servicios de alojamiento y tours relacionados con la materia. Además, se han desarrollado portales temáticos de difusión con el fin de promocionar el turismo astronómico en el país, entre ellos www.turismoastronomico.cl (y su versión en inglés, www.astronomictourism.com).
Entre los observatorios de carácter turístico destaca Cerro Mamalluca, una iniciativa de la Municipalidad de Vicuña y el Club de Aficionados a la Astronomía (CASMIA), más el patrocinio del Observatorio Interamericano de Cerro Tololo. En las cercanías de Andacollo, a su vez, y sobre la cima del Cerro Churqui a 1.300 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el observatorio Collowara, que es administrado por la Red de Hospedaje Andacollo, aunque sin dudas uno de los más grandes y modernos (se inauguró a principios de 2009), es el Observatorio Cruz del Sur, en Combarbalá, gracias a su estructura de cuatro cúpulas y potentes telescopios digitales entre 14 y 16 pulgadas.
Más al norte, en el pueblo de Chiu Chiu (altiplano de la Región de Antofagasta), está el Observatorio Paniri Caur. Con una gran cúpula blanca, ofrece la particularidad de que vincula todas las técnicas de la observación astronómica moderna, con la cosmovisión andina propia de los indígenas atacameños a través de tours de observación del firmamento, visitas guiadas por rutas y yacimientos de arte rupestre, y excursiones a poblados típicos de la zona.
El potencial turístico que la astronomía brinda al país también ha propiciado innovadoras iniciativas de promoción, entre ellas la aplicación móvil llamada Chile Mobile Observatory.
Desarrollada por LFI Agencia Digital para Fundación Imagen de Chile. ¿Su función? Que cualquier persona puedan disfrutar y compartir imágenes del universo que han sido captadas por los observatorios ALMA, ESO (La Silla, Paranal, Llano de Chanjnator – APEX) y CATA, entre otros, desde dispositivos móviles que utilicen el sistema operativo Android, bajándola desde la tienda virtual Google Play y el website www.chilemobileobservatory.com. La app, además, permite desplegar registros sobre la formación de planetas, choque de galaxias y supernovas, imágenes que pueden ser valoradas, descargadas y compartidas en redes sociales por los usuarios.
Es evidente, entonces, la importancia adquirida por la astronomía en este país, al punto de que la Vía Láctea ha pasado a ser un recurso natural con un valor patrimonial. En Chile, el cielo no es un límite.