Cambio de rumbo de los bancos centrales
Desde el inicio del año tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo han ido modulando sus mensajes desde una normalización de la política monetaria. La Fed se encuentra en el final del ciclo de subidas y el BCE preparando el camino para futuras subidas de tipos, allanando el terreno hacia medidas más expansivas debido a la creciente incertidumbre global. María Martínez, de BBVA Research, explica el cambio de rumbo de los bancos centrales.
En el caso particular de la Fed, el cambio de tono ha sido bastante gradual. En diciembre de 2018 subía tipos y apuntaba a que este año se podrían incluso subir tres veces más 25 puntos básicos. Pero en el primer trimestre del año, entró en ‘modo pausa’ aparcando las subidas de tipos y apuntando a que podría ser el final del ciclo de subidas.
Ya en la reunión de mitad de junio de este año, la Fed preparó el terreno para iniciar un ciclo expansivo, debido a los malos datos económicos, a las crecientes incertidumbres comerciales y a los renovados temores sobre el crecimiento mundial. Este ciclo de bajadas podría comenzar en el tercer trimestre del año y por lo menos extenderse durante el cuarto trimestre.
Es cierto que, a pesar de las incertidumbres, este ciclo expansivo podría ser más moderado que en otros periodos de recesión, pero suficiente para apoyar la expansión en curso. En todo caso, si los riesgos se intensifican a la baja la Reserva Federal debería actuar con más contundencia.
¿Dónde se encuentra el Banco Central Europeo?
Por su parte, el BCE está actuando en la misma dirección que la Reserva Federal, pero desde un punto de partida bien distinto. El Banco Central Europeo ha ido moderando sus expectativas, al ralentizar la normalización de la política monetaria. El Banco Central Europeo cerró el primer trimestre del año anunciando que la expansión monetaria se mantendría por más tiempo, prolongando las medidas de liquidez para las entidades bancarias y confirmando que los tipos de interés se mantendrán en los niveles actuales al menos hasta finales de 2019.
Pero el Banco Central Europeo no se ha quedado ahí. En la reunión de junio de este año y en el Foro de Bancos Centrales de Sintra, también en el mes de junio, el BCE mandó un mensaje más contundente, retrasó de nuevo seis meses más la subida de tipos hasta, al menos, el primer semestre de 2020 y confirmó que se tomarán las medidas necesarias para alcanzar el objetivo de estabilidad de precios. Entre las medidas que se debatieron se encuentran tanto bajar el tipo de depósito como reabrir el programa de compra de activos.
BBVA Research espera que, en las próximas reuniones, el BCE refuerce la orientación a futuro sobre los tipos de interés, ya no sólo dependiente de un horizonte temporal, sino de los datos económicos o de la inflación. También podría incluso bajar el tipo de depósito, eso sí, si lo hace, siempre junto a un sistema para mitigar los efectos colaterales de los tipos negativos en la intermediación bancaria, que podría ser un sistema que limite las reservas que están grabadas con tipos negativos. Si esto no fuera suficiente para alcanzar el objetivo del BCE de estabilidad de precios, el Banco Central Europeo podría reabrir el programa de compra de activos.
Nos encontramos en un entorno complejo que ha hecho actuar a los bancos centrales. La creciente y persistente incertidumbre no parece que se vaya a disipar en el corto plazo, por tanto, estas medidas expansivas y este tono acomodaticio en los bancos centrales se mantendrá al menos por un tiempo.