Cómo cambiar el mundo en seis historias
Marcos, Marcela, Lucy, Juan, Adelaida y Luz no son seis nombres al azar. Son seis emprendedores que desde cinco países de América Latina salen adelante con pequeños créditos, con ahorro y con microseguros, con los que protegen lo que construyen. Son seis de los 2 millones de personas que protagonizan la historia de la Fundación Microfinanzas BBVA.
Como ellas, en todos los rincones del planeta, muchos hombres y mujeres llevan años trabajando por un futuro mejor. Un futuro al que Naciones Unidas le puso fecha: 2030. De aquí a entonces, el mundo tiene que haber cambiado. El camino: los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El compromiso: que nadie se quede atrás. El reto: que el esfuerzo sea universal.
Estas seis historias invitan a pensar, incitan a actuar e instan a reconocer que el cambio es cosa de todos y que con poco, se puede hacer mucho.
Marcos Flores, Chile
Marcos sabe que el reto hoy es adaptar la tecnología a la agricultura para no quedarse atrás, pero no siempre se tiene esa oportunidad. Por eso, acercar al campo la innovación es uno de los compromisos de la Fundación, con el que contribuye a que los pequeños agricultores puedan hacer frente a los grandes cambios que están transformando su sector.
De la mano de la entidad, Marcos conoce nuevas iniciativas y técnicas agropecuarias que de otra forma no estarían a su alcance. Sus asesores le ofrecen el apoyo técnico que necesita para aplicarlas y mejorar así su siembra, además de ajustar el pago de los créditos a sus ingresos, condicionados por la estacionalidad de su actividad.
Marcela Aedo, Chile
A sus 50 años, Marcela ha conquistado su independencia. Se pasó años atada a un trabajo que le impedía pasar más tiempo con sus hijos y con el que ni siquiera cubría sus gastos. Ahora vive del campo y de la apicultura gracias a la formación que ha ido recibiendo en la Escuela de Emprendimiento de la entidad chilena de la Fundación Microfinanzas BBVA.
Allí, ha aprendido a sacar un negocio adelante y la satisfacción que produce poder darle a sus hijos una vida mejor. La mayor, Gabriela, estudia una carrera en inglés y el futuro del pequeño aún está por escribir, pero el esfuerzo de su madre le permite soñar.
Lucy García, Perú
Lucy desafió la opinión de los que la rodeaban, que insistían en que una mujer no puede vivir de un trabajo, por norma, de hombres. Pero existen pocas cosas más fuertes que la determinación de una madre al frente de su familia y subestimar a una mujer como ella es un error frecuente.
Lucy pasó de conducir un mototaxi a gestionar una red entera de transporte, que da empleo a 200 familias de su comunidad y que ha permitido que sus hijos sean profesionales. Logros que se suman a su tarea diaria de demostrar que las mujeres sí son tan capaces como los hombres y que merecen el mismo trato que ellos.
Juan Disla, República Dominicana
En República Dominicana, con una de las tasas de cobertura social más bajas de la región según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la jubilación no es siempre una opción. Por eso, a nadie le sorprende ver a Juan sentado a sus 65 años en el patio de su casa, transformado en un pequeño taller de escobas.
Lleva 20 años en un oficio que aprendió mirando y confía en convertirlo en un legado familiar. Cuchan, como cariñosamente le llaman los vecinos, ha hecho de su negocio un medio de vida, protegido con un microseguro. Con él, y los ahorros que ha ido depositando en una cuenta, ha sacado a sus siete hijos adelante.
Adelaida Morán, Panamá
El hogar-negocio de Adelaida está a unos 30 kilómetros de caminos de tierra de La Chorrera, Panamá. Sus 200 vecinos la conocen porque regenta una pequeña tienda, además de criar pollos y cultivar café con el que crea empleo en su comunidad. Hace años, escuchó hablar de la Fundación, que ofrecía oportunidades a gente emprendedora.
Asegura que, desde ese día, ha prosperado tanto que se atreve a ser ambiciosa. Ahora quiere comprarse un coche que le permita vender sus productos fuera de su aldea y algo tan o más importante: que si hay una emergencia pueda socorrer a sus hijos y vecinos, sin tener que esperar tres horas a que pase el autobús para llevarlos al hospital más cercano, o al día siguiente si es de noche.
Luz Dary, Colombia
Luz Dary tiene 46 años, casi tantos como el conflicto armado en Colombia. Vive en el Cauca desde hace tiempo: antes, zona guerrillera; hoy, priorizada por el Gobierno en la transición hacia la paz. Ha visto pasar por sus calles a grupos armados, los mismos que han alimentado la delincuencia común, haciendo de su barrio un lugar todavía más inseguro.
Desde hace ocho años cuenta con el apoyo de la Fundación para que su pequeño comercio crezca y pueda vivir junto a su familia. Gracias a su negocio, su hija mayor, en el pasado amenazada por las FARC, está a punto de terminar la carrera de enfermería en Cali.