Cabo de la Vela, el extremo norte del paraíso
La Guajira, un departamento al que BBVA Colombia se ha vinculado desde hace varios años a través de diferentes iniciativas como Niños Adelante, Leer es mi cuento y de apoyo al retorno de las comunidades Wayú de Bahía Portete, tiene uno de los mejores sitios turísticos de Colombia: el Cabo de la Vela.
En la Alta Guajira no existen carreteras ni caminos, solo senderos que en medio del desierto solo los baquianos de la zona reconocen, ya sea por la escasa vegetación que crece por allí, alguna pequeña superficie elevada o simplemente por las marcas de las poderosas camionetas Toyota y Jeep que se atreven a transitarlos, pero que solo duran unas horas pues el fuerte viento que atraviesa esta árida región las borra.
Por eso para llegar al Cabo de la Vela, uno de los referentes de esta península que marca el norte de Colombia y que solo está limitada por un lado con el mar Caribe y por el otro con Venezuela, hay que llegar primero a Riohacha, capital del departamento de La Guajira, donde hay que conseguir ante todo un buen vehículo 4x4 y un avezado conductor que conozca los secretos viales del desierto.
Armando el viaje
Aquí comienza el territorio Wayú. La comunidad indígena más grande de Colombia y cuyos dominios abarcan toda la Península Guajira incluyendo el puerto de carbón más importante del país desde el que parten las mayores exportaciones de este mineral y otras zonas en donde las perspectivas indican que puede haber más.
Equípese de agua y comida, para lo cual debe comprar una nevera portátil y algunas bolsas de hielo para que cuando llegue a su destino su mercado le aguante las casi cinco horas de camino y los más de 40 grados centígrados que dominan la región, aunque en el carro no los sienta pues estos están equipados con potentes aires acondicionados.
Negocie con el conductor el costo de su viaje y deje claro cuántos días a va a estar. Por lo general, se incluye el día del viaje de ida, un día en la zona y otro de regreso, teniendo claro que lugares se quiere visitar y qué comida se quiere degustar. El precio del alojamiento se puede establecer con alimentación que en el Cabo de la Vela tiene mucho de langosta fresca, casi sacada ante sus ojos, camarones y una gran variedad de mariscos y pescado, todo de gran calidad y frescura.
Comienza el viaje
Prepárese para la primera parada, por lo general es a la salida de Riohacha, aquí comienza el viaje. Primero por una excelente carretera pavimentada, recta hasta el infinito, bordeada por cientos de rancherías de nombres imposibles y a un promedio de 140-160 kph a bordo de un vehículo tipo camioneta, usted recorre los primeros 100 kilómetros tras pasar por Uribia, la capital indígena de Colombia, en donde puede proveerse de lo que le falte, recuerde que estando arriba no va a conseguir nada y lo poco que se consigue puede costarle más de lo normal.
Desierto en el medio de La Guajira, departamento del norte de Colombia. - Rubén Dario Escobar
Portete o Cabo
Allí, en ese punto, hay forma de elegir. Para la derecha se puede continuar hacia Bahía Portete, una comunidad indígena que le da el nombre al puerto carbonero y a toda esta región. Hace ya casi 12 años esta comunidad fue desplazada por grupos al margen de la ley que arrasaron con viviendas, escuelas y puestos de salud.
Desde hace dos años largos estos Wayú, que estuvieron refugiados todos esos años en territorio venezolano, decidieron regresar a su territorio y reiniciar su vida. En este empeño se han unido BBVA y la Fundación World Coach aportando la creación de un aula de saberes donde la comunidad ha estado trabajando en la reconstrucción de su pasado ancestral y cultural.
Seguimos con el recorrido
Continuando hacia la izquierda, hacia la otra Guajira, la del turismo, el deporte marino y la buena comida: el Cabo de la Vela.
Para ir allá tomamos otra carretera que, entre destapada y pavimentada, corre paralela a las vías del tren sobre las que de vez en cuando pasa este enorme y kilométrico gusano cargado de carbón hasta las banderas que, proveniente de las minas del Cesar y del Cerrejón en la misma Guajira, busca el Puerto Bolívar para embarcar su negra y polvorienta carga.
Playa en el Cabo de La Vela. - Ruben Darío Escobar
Solo desierto
Cuando menos se piensa se encuentra de frente con el desierto. De un amarillo profundo que pasa a tonos más suaves y se diluye en ocres, poco a poco, hasta experimentar al fondo del mismo la sensación de estar frente al mar.
“Ese no es el mar, el mar está para el otro lado y no se ve desde aquí”, le puede decir con tono de burla un poblador y le explica, “Lo que usted está viendo es un salar. En tiempos inmemoriales, hasta aquí llegó el mar y tras irse yendo poco a poco lo que quedó fue un inmenso depósito de sal que los indígenas explotan cada tanto”, comentan los lugareños.
El viaje sigue y entre cardos, matas de yotojoro, que es la única que sobrevive en este desierto y es considerada casi sagrada por los Wayú, pues de ella depende gran parte de su subsistencia.
Más adentro del desierto, empiezan a aparecer personas, ataviadas con indumentarias típicas y con la cara cubierta de una capa negra (protector solar natural) unas montadas en burros que con andar cansino parecen marcar el tiempo en estas lejanías, otras a pie y lo más increíble, en bicicleta. No te lo puedes creer…
En La Guajira no hay nada bajo el viento. Solo desierto, yotojoro y chivos… muchos chivos. Son el soporte de su economía y moneda oficial de la comunidad, tanto que para que una Wayú se pueda casar, su futuro esposo debe aportar una dote de chivos.
Una imagen común de La Guajira: los pobladores y sus costumbres. - Rubén Dario Escobar
El Paraíso
Luego de casi 200 kilómetros y como por arte de magia, aparece el mar. De un azul imposible, aparece como si fuera pintado en el desierto, después y a medida que nos vamos acercando al ver la estela de las olas y sus movimientos y de disfrutar de su olor y frescura vemos como el mundo se divide: mar y desierto, desierto y mar.
Bordeando esta costa vamos llegando al Cabo de la Vela, un caserío que poco a poco se ha ido convirtiendo en destino turístico para los que gustan de los deportes náuticos, de caminadas extremas o simplemente que busquen disfrutar de la naturaleza, pues allí los hoteles ofrecen solo lo básico: un sencillo alojamiento, alimentación y, en uno que otro, algo de televisión e Internet.
Al igual que el resto del territorio, está dividido por rancherías y cada familia Wayú se encarga de ofrecer los diferentes servicios que van desde el alquiler de una habitación en hostales comunitarios hasta rancherías especializadas en servicios turísticos que le ofrecen todo el paquete: alojamiento, prácticas deportivas, caminatas y alimentación.
Son escasas 100 construcciones en donde hay luz eléctrica y agua que sirve para el baño pero no para consumir en donde funcionan los diferentes alojamientos, algunos construidos en ladrillo y cemento, otros en madera y otros que se denominan ecológicos en yotojoro con tejas de zinc y cubiertos hoja de palma que tienen camas, chinchorros, baño y lavamanos ubicados a escasos 20 metros de la orilla del mar. No tienen ventiladores ni aire acondicionado pues en las noches la brisa fresca del desierto aleja el calor del mar.
Vivienda típica de La Guajira elaborada en yotojoro con tejas de zinc. - Rubén Dario Escobar
Esta es la parte turística de La Guajira. Mar azul, desierto, construcciones ecológicas con comodidades urbanas, excelente comida y un constante flujo de visitantes nacionales y extranjeros que todo el año aprovechan las corrientes de aire que se encuentran en esta agua poco profundas, cálidas y tranquilas para practicar windsurf, snorkel y kitesurf, entre otras.
Más tarde, en un chinchorro o hamaca desde donde se puede contemplar la mejor caída del sol que usted haya visto y disfrutando de las inmensidades que lo rodean: el mar y el desierto, solo hasta ahí entenderá que está en el paraíso, en el extremo norte del paraíso.
Qué visitar:
Playa El Cabo. Es una bahía de aguas tranquilas con colores verdes y azules, una playa de arena blanca con varios los acantilados y playas que forman la bahía. Las tiendas, los restaurantes y las posadas turísticas están en la playa más extensa en donde se practican deportes acuáticos y se contempla el atardecer más espectacular que se pueda imaginar.
El Faro. Es el lugar que usan los barcos para ubicarse, desde aquí se puede observar el Ojo de Agua y la Playa del Cabo, su cima es un lugar privilegiado para observar los atardeceres. En esta zona de la Alta Guajira se encuentran varias rancherías y poblados de los indígenas Wayú.
El Parque Natural Macuira. Famoso por ser un oasis con mucha vegetación en pleno desierto. Para los indígenas Wayú este es un espacio sagrado donde los espíritus de sus difuntos llegan antes de pasar a lo desconocido.