Buscando nuestro origen… fuera de la Tierra
¿Cómo surgió la vida en nuestro planeta? ¿Pudo tener un origen extraterrestre? La misión espacial europea Rosetta ha sido clave para tratar de responder a estas preguntas y, ahora, llega a su fin.
Los ingenieros de la Agencia Espacial Europea (ESA) van a posar a Rosetta sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko después de dos años orbitando a su alrededor. Durante este tiempo Rosetta ha logrado demostrar que los cometas contienen los ‘ladrillos’ necesarios para construir vida. Cuando llegue al 67P, Rosetta se rencontrará con su sonda Philae, la primera máquina que el ser humano ha conseguido depositar sobre la superficie de uno de estos cuerpos celestes.
Cabalgar a lomos de un cometa
Los cometas proceden de la parte más fría del Sistema Solar y están hechos del mismo material que originó los planetas. Algunos científicos sostienen que, en origen, este material ya contenía moléculas orgánicas complejas, y que fueron los cometas los que trajeron la vida a la Tierra.
Hace apenas una semana, Mark McCaughrean, asesor científico en la división de Ciencia de la ESA, estuvo en el ciclo de conferencias ‘La ciencia del cosmos, la ciencia en el cosmos’ de la Fundación BBVA, para explicar cómo los resultados de Rosetta hacen que esta hipótesis sea factible. “Los resultados obtenidos hasta ahora son consistentes con ella”, afirma McCaughrean. “Rosetta ha identificado glicina y fósforo, elementos esenciales para la construcción de la molécula de ADN”.
Si bien los datos que ha recogido Rosetta no significan necesariamente que la vida llegara a nuestro planeta de esta manera, mantienen viva la hipótesis del origen extraterrestre. Además, McCaughrean cree que en el análisis posterior de estos datos podrían encontrarse más aminoácidos “y desde luego muchas más sorpresas. Gran parte de la ciencia empezará ahora, cuando acaben las operaciones de la misión”.
Los ingenieros de la ESA posarán la nave sobre una zona de 67P llena de ‘pozos’ activos. “Es una región muy interesante porque los agujeros dejan entrever el interior del cometa, que sabemos que es muy diferente de la superficie”. Rosetta tomará datos de esta zona y los enviará a Tierra hasta que su radiotransmisión sea desactivada y, ya inactiva y en silencio, acompañe a 67P en su viaje de regreso hacia Júpiter.
¿Y si fuéramos marcianos?
En la sede madrileña de la Fundación BBVA (Paseo de Recoletos, 10), McCaughrean también expuso los objetivos de la misión ExoMars, que tratará de buscar indicios de actividad biológica, antigua o actual, en Marte. El 19 de octubre, aterrizará en la superficie del planeta rojo el módulo Schiaparelli, que tratará de aclarar si sus emisiones de metano están causadas por microorganismos o por actividad geológica (por ejemplo, volcanes). En 2020, una segunda nave buscará evidencias de vida excavando a dos metros bajo la superficie.
ESA/ATG medialab
Y si la hubo, o la hay… ¿puede estar relacionada con la aparición de la vida en nuestro planeta? Podría, ya que cabría la posibilidad de que la vida terrícola fuera en realidad marciana.
“En la Tierra hay meteoritos procedentes de Marte, y suponemos que en Marte también debe de haber meteoritos de la Tierra. Como la gravedad de Marte es menor que la nuestra, es más probable que la colonización, si la hubo, fuera de allá para acá”, explica el asesor científico de la ESA.
Ambas misiones, Rosetta y ExoMars, intentan resolver la misma incógnita: ¿cuál es el origen de la vida? Y es que una parte de la exploración espacial consiste, en cierta forma, en buscarnos a nosotros mismos.