Breve historia de BBVA (XVIII): los hombres del Vizcaya en los 40
El Banco de Vizcaya, fundado más de cuatro décadas más tarde que el Banco de Bilbao, en 1901, sólo había conocido dos máximos mandatarios en la gestión hasta entrada la década de los años 40. Al igual que ocurría con su mayor competidor en la provincia, las riendas del Vizcaya fueron llevadas desde la dirección y no desde la presidencia del banco.
El presidente del Consejo de Administración fue hasta los años 40 –cuando se modificó– un cargo de carácter rotatorio mensual entre los consejeros de la entidad. El cambio se produjo en 1943, un año después de que lo hiciera el Banco de Bilbao, con el nombramiento de Pedro de Careaga y Basabe como primer presidente permanente de la entidad vizcaína.
Durante los primeros 42 años de vida del Banco de Vizcaya, la responsabilidad de la gestión estuvo en manos de dos personas. La primera de ellas, desde su fundación hasta 1923, fue Enrique Ocharán y Rodríguez, que fue la cabeza visible del Vizcaya desde su cargo de director gerente. A éste le sucedería Venancio de Echevarría y Careaga tras el cese por petición propia de Ocharán tras más de dos decenios de reconocida labor por parte de todos. El puesto que ocuparía Echevarría durante los siguientes veinte años sería el de director general.
La sucesión de Ocharán planteó dudas en el seno de la entidad a la hora de buscar un relevo de garantías. Era el primer movimiento que se producía en el más alto nivel desde la fundación del banco y tras un intenso debate en el Consejo de Administración sobre si se debía ir al mercado o no para cubrir la vacante, se determinó circunscribir la búsqueda en el interior del Banco de Vizcaya.
Venancio de Echevarría, por Zuloaga.
Nacido en Valmaseda, Venancio de Echevarría era hijo de un insigne abogado vizcaíno muy relacionado con el mundo industrial. La repentina muerte del padre obligó al joven Venancio a dejar sus estudios de Derecho para ponerse a trabajar y así comenzó su carrera profesional llevando la administración del bilbaíno Hotel Terminus para pasar después a gestionar las Bodegas Echevarría Bono y una cadena de salas de cine también de la familia. Amén de su fulgurante camino empresarial, se interesó por la política llegando a ostentar durante las décadas de los años 10 y 20 los cargos de teniente de alcalde y concejal del ayuntamiento de Getxo. Su llegada al Banco de Vizcaya tuvo lugar a mediados de 1915 de la mano de Tomás Urquijo y en un par de años fue promocionado a la Comisión Delegada Permanente desde donde fue escogido en 1923 para el puesto de director general. Por decisión propia presentó su dimisión como consejero para dedicar solamente a la dirección del banco. Antes de llegar a la cima de la gestión en el banco, había sido secretario, subdirector y director de la sucursal de Madrid.
Venancio de Echevarría tuvo la complicadísima tarea de dirigir el Banco de Vizcaya durante la guerra civil, etapa durante de la cual la entidad vizcaína salió mejor parada del desastre que supuso la contienda que la mayor parte de su competencia. Sus dos destacadas décadas como director general llegaron a su fin el 12 de febrero de 1943 con su fallecimiento.
A raíz de la muerte de Venancio de Echevarría, y con la entidad bien posicionada en los años del statu quo, el Banco de Vizcaya decide imitar la senda que un año antes había iniciado el Banco de Bilbao y el Consejo de Administración acuerda nombrar un presidente permanente con carácter ejecutivo. Tras salir adelante la propuesta, se decide por unanimidad que el primer presidente no rotatorio del banco sea Pedro de Carega y Basabe que hasta entonces había ocupado uno de los sillones del Consejo.
Pedro de Careaga. - Colección BBVA
Pedro de Careaga nació en Getxo poco antes de que el siglo XIX tocara a su fin. Era hijo de Pedro Francisco de Careaga y de la Quintana, destacado diplomático y primer conde de Cadagua de quien heredaría el título nobiliario en 1930, el mismo año que entró a formar parte del Banco de Vizcaya. Tras cursar estudios en la Universidad de Deusto, Pedro de Careaga pasó los primeros años de su vida laboral en reconocidas empresas locales como muchos de los jóvenes de su época y posición. Desarrolló importantes dotes tanto en el terreno de las finanzas como en las industriales que llamaron la atención en la entidad bancaria vizcaína que fichó al joven como consejero. Su buen hacer inicial hizo que un año después, en 1931, se ganara un puesto en la Comisión Delegada Permanente.
Fue uno de los hombres de confianza de Venancio de Echevarría durante los complicados años de la Segunda República y, sobre todo, durante la guerra civil, y por ello no es de extrañar que su importante labor unida a sus excelentes dotes empresariales, su manejo de los idiomas y su talante modernizador, le llevaran a ser escogido como el primer presidente permanente del Banco de Vizcaya, cargo en el que permanecería desde aquel mes de marzo de 1943 hasta su renuncia voluntaria en 1975, momento en el que sería sustituido por Ángel Galíndez Celayeta.
Perteneció al Consejo de Administración de numerosas empresas, destacando entre ellas el cargo de presidente de la compañía eléctrica Iberduero –hoy en día Iberdrola– y que surgió de la fusión por absorción de Hidroeléctrica Ibérica (participada desde su inicio por el Banco de Vizcaya) a Saltos del Duero (financiada por el Banco de Bilbao en su origen) en 1944, un año después de que accediera a la presidencia Pedro de Careaga. Se mantuvo como presidente de la eléctrica hasta 1977.
Como presidente del Banco de Vizcaya promovió la creación de muy destacadas compañías industriales como los Altos Hornos del Mediterráneo y Petronor, así como numerosas entidades financieras que conformarían el Grupo Bancaya. Pedro de Careaga falleció el 6 de septiembre de 1986 a la edad de 90 años