Breve historia de BBVA (III): nace Banco de Vizcaya
Las distintas guerras civiles españolas, la irrupción de numerosas entidades bancarias que casi como llegaron se fueron, el nuevo monopolio emisor del Banco de España, los problemas en las colonias de ultramar… En ese ambiente se movía el Banco de Bilbao durante los últimos años del XIX. Pese a que era un banco consolidado en la plaza, el momento por el que atravesaba España no permitía augurar cómo sería el futuro a corto y medio plazo.
Tras la pérdida de emitir moneda por parte de los bancos españoles, el Banco Bilbao se reconstituye por escritura el 17 de junio de 1878 y queda para descontar, girar, prestar, llevar cuentas corrientes, ejecutar cobranzas, recibir depósitos y contratar con el Gobierno y dependencias autorizadas. Cuatro años más tarde se renuevan los estatutos y se incrementa el capital social hasta los 5 millones de pesetas.
Desde el Banco se confiaba en que la actividad del mismo no se viera especialmente afectada por la pérdida del poder emisor y no sólo no hubo que lamentar penurias sino que el clima de bonanza económica que comenzó a instalarse en Bilbao y sus alrededores, hizo que la actividad de la entidad sufriera un impulso notable. El crédito al comercio y a la industria fue el principal responsable de que el Banco viviera una época de bonanza.
Las instalaciones se van quedan pequeñas para la adecuada atención a los clientes y se adquiere el edificio contiguo sito en la calle Arenal así como otras dos casas de la calle de los Fueros, operaciones tras las cuales se pidió permiso para abrir una calle entre la calle de los Fueros y la plazuela de San Nicolás que acabaría llevando el nombre de calle del Banco de Bilbao. Denominación que perdura a día de hoy.
España sufre un importante problema de escasez de dinero en circulación en 1890 y para poder sobrellevarlo el Banco de Bilbao realiza una política de ajuste a través de los tipos de interés. Asimismo, el curso siguiente la entidad bilbaína incrementa su capital hasta los 10 millones de pesetas.
El monopolio de facto del que goza el Banco en la capital vizcaína se ve truncado por la creación del Banco del Comercio en 1891. Se trata del nacimiento de una nueva entidad financiera impulsada por industriales de los sectores naviero y minero, fundamentalmente. Su principal muñidor es el célebre Víctor Chávarri acompañado, entre otros, del también conocido naviero local Ramón de la Sota. Quienes decidieron ofrecer una alternativa a la única entidad financiera bilbaína obraron de tal manera porque, entre otras motivaciones, creían que el Banco de Bilbao no atendía como era necesario a la pujante industria vizcaína.
La llegada del Banco del Comercio no tuvo ningún impacto negativo ya que las necesidades bancarias eran elevadas y la competencia sirvió para que no sólo los usuarios se beneficiaran sino para que ambas compañías financieras crecieran saludablemente. A punto de cerrarse el siglo XIX los préstamos vivían un momento de auge, lo que revela que los bancos tenían un fuerte carácter comercial, sin que tuvieran que descuidar la industria.
Portada de las escrituras de constitución del Banco de Comercio.
Pese a que las guerras que España estaba librando en sus colonias allende los mares estaban suponiendo un enorme coste, las plazas del norte –y en particular la bilbaína- apenas se ven afectadas por el dispendio bélico. Con motivo del 40 aniversario de la fundación del Banco de Bilbao (1897), sus regidores hacen balance de la situación que vive la compañía y no dudan en catalogar el estado del Bilbao como “exuberante de recursos y en prosperidad creciente”. En 1898 continúan las compras inmobiliarias y con los tres nuevos edificios adquiridos en las calles de los Fueros y Ascao, la sede del Banco de Bilbao queda por fin reunida en una manzana completa y en exclusiva para la entidad financiera.
El norte de España vivió tres años importantes en el paso del XIX al XX. Entre 1899 y 1901 se fundaron entidades como el Banco Guipuzcoano, en San Sebastián (1899), el Banco de Vitoria (1900), el Crédito de la Unión Minera, en Bilbao (1901) y el Banco de Vizcaya, también en Bilbao (1901).
Vista la alegría con la que comenzaban a aparecer nuevos bancos en las provincias vascas, los Consejos de Administración del Banco de Bilbao y del Banco del Comercio acuerdan fusionarse en 1901. El del Comercio pasaba a ser un filial del de Bilbao pero a cambio conservaba su denominación y su propia entidad jurídica y comercial.
Portada de los estatutos de la fusión entre el Banco de Bilbao, el Banco del Comercio y La Polar de Seguros.
El Banco de Vizcaya
Se constituye el 26 de marzo de 1901 ante el notario bilbaíno Martínez Carande. Los accionistas firmantes ante el fedatario público son:
Pedro Maíz y Arsuaga
José María de Basterra y Ortiz
Rafael Picabea y Leguía
Pedro Mac-Mahon y Aguirre
Tomás Urquijo y Aguirre
El Vizcaya se crea con un capital social de 15 millones de pesetas del que solamente hay desembolsados 3.800.000 de pesetas al cierre de 1901. Su primera sede social estuvo en la calle Vidaurreta, 12 – 1º. De allí se viviría una pronta mudanza a los bajos de los números 2 y 3 de la calle Viuda de Epalza donde permanecería hasta 1903, cuando ante el aumento del tamaño del banco se decidió el traslado de su sede social a la Gran Vía, 1, que permanecería como su emplazamiento el resto de la vida de la entidad.
Escritura pública de la constitución del Banco de Vizcaya.
Uno de los principales motivos que contemplaban los regidores del Banco de Vizcaya tenía que ver con convertirse en motor impulsor de negocios industriales emergentes o a los que no se les había prestado atención suficiente. Por supuesto, el Vizcaya también había surgido con vocación de ser un banco enfocado a las operaciones de crédito y descuento, como el resto de sus competidores.
El Banco de Vizcaya apostó desde el principio por la industria de manera preminente y, sobre todo, en la hidroeléctrica y la eléctrica en general. Como muestra de este empeño, basta reseñar cómo comisionó a los consejeros Pedro de Orúe y Olavarría y Pedro Maíz y Arsuaga, junto al director gerente, Enrique Ocharán y Rodríguez para que constituyeran la Sociedad Hidroeléctrica Española, con 12 millones de capital social, una de las muchas empresas industriales de las que participó el Vizcaya.
Su fuerte arraigo a todo lo que tuviera que ver con la industria, hizo que con el tiempo el Banco de Vizcaya portara la etiqueta de banco industrial cuando no lo era en puridad, pese a que buena parte de su negocio fuera de la mano de los industriales de la zona.
Acaba de arrancar el intenso siglo XX y en un paisaje bancario más concurrido en el norte de España comenzaban a competir, entre otros, dos bancos que casi una centuria más tarde terminarían por entenderse hasta la unión. Pero por el camino, tanto al Bilbao como al Vizcaya, les quedaban unas apasionantes historias por separado.