Blockchain ya ‘se toca’… pero todavía no demasiado
La tecnología tiene ya usos reales pero aún le queda camino para generalizarse.
“En algunas ocasiones se exagera mucho sobre los usos de 'blockchain'; parece que va a curar el cáncer”. Leif Ferreira es un joven emprendedor barcelonés que ya ha fundado dos empresas, Bit2me y Tikebit, dedicadas a las criptomonedas. Es decir, es uno de los pocos españoles que puede decir que su trabajo es 'blockchain'. Sin embargo, no duda en poner cierta sordina sobre las potencialidades de esta tecnología. Son enormes, pero “no es la panacea”. 'Blockchain' tiene usos reales, pero todavía son minoritarios. Uno de los ejemplos más palpables es Estonia, donde la tecnología ha entrado en temas “más cercanos” como el voto electrónico, registros médicos o el catastro de la propiedad privada.
“Creemos que 'blockchain' sirve para mejorar la vida de las personas, porque mejora todo tipo de procesos”, dice David Lanau, consultor en Nodalblock, otra compañía basada en la tecnología de la cadena de bloques. Han creado un sistema de certificación de documentos con identidades digitales, una pseudo-notaría sin notario pero con 'blockchain' y ‘smart contracts’.
Ferreira y Lanau son solo dos ejemplos de los pioneros que en España van abriendo camino con la tecnología 'blockchain'. Dentro de unos años puede que sus proyectos sean historia —ya se sabe que los que desembarcan en Normandía no desfilan en París—, pero hoy pueden hablar con conocimiento de causa de los usos de esta tecnología que ya están aplicando. Por eso fueron dos de los protagonistas de la mesa redonda ‘Tocando blockchain: casos reales’, la primera de una serie de diez que organiza el Observatorio Blockchain, una iniciativa de las periodistas Úrsula O’Kuinghttons y Covadonga Fernández. Junto a ellos, Luis Pastor, socio de Consultoría Tecnológica e Innovación de Grant Thornton, y a través de videoconferencia y desde Texas Ashish Gadnis, fundador de la fintech BanQu.
La mesa redonda durante la videoconferencia con Ashish Gadnis, fundador de la fintech BanQu. - Miguel Berrocal
Para Pastor, una de las claves para el crecimiento de esta tecnología exponencial es la creación de entornos de colaboración, donde convivan negocio, regulación y tecnología. “'Blockchain' ha posibilitado este tipo de entornos a través de consorcios, donde actores de diferentes sectores,y en muchos casos competidores, trabajan en la misma mesa”.
¿Hasta qué punto blockchain ‘se toca’ aquí y ahora? BanQu es un buen ejemplo no solo de una aplicación real, sino de un beneficio económico y social. Básicamente su misión es dotar de identidad digital a poblaciones sin bancarizar, a través de una 'blockchain' privada, para que así puedan vender y comprar productos más allá del entorno inmediato.
Gadnis, nacido en uno de los barrios más pobres de Bombay, cuenta con orgullo que ya cuenta con casi 10.000 personas registradas, más de la mitad de ellas refugiadas. Pero BanQu no es una especie de ONG. Sus ingresos provienen de las entidades financieras, que se benefician de la bancarización, y de otras empresas que participan en la cadena de valor.
Bit2Me, BanQu, Nodalblock... son buenos ejemplos de que blockchain ya es una realidad, pero al mismo tiempo sería absurdo negar que está aún muy lejos de generalizarse. “Estamos sentando las bases, y me llena de esperanza ver a tantas mentes brillantes trabajando en lo mismo”, afirmó Pastor, de Grant Thornton, una consultora multinacional cuyo centro de competencia mundial para 'blockchain' está en Madrid.
Pastor considera que hay mucho de moda, e incluso de burbuja, en la atención que últimamente se presta a blockchain, especialmente por el auge de bitcoin, y por eso pronostica “un cierto punto de desilusión” antes de la consolidación final de la tecnología.
Puede que el ruido sea puramente mediático y no se sustente en demasiadas realidades, pero Landau asegura que “se hacen muchas más cosas de las que parece. En todas las agendas empresariales de alto nivel está 'blockchain', pero nadie va a retransmitir sus casos de uso”. 'Blockchain' ya ‘se toca’, y se va a hacer mucho más, pero no de forma inminente.