Juan Manuel Durruty

La Copa BBVA Francés, un clásico en Córdoba a esta altura, suele entregar espectáculos que distan de ser simples partidos amistosos.

Y de repente, como en el cuento de Cenicienta, a la Argentina la carroza se le convirtió en calabaza, los caballos en ratones y el vestido de fiesta, elegante y largo, se transformó en harapos.

Antes de que comenzara el Mundial, y cuando se hacían los cálculos sobre las posibilidades de enfrentamientos a partir de octavos de final, ni argentinos ni franceses se hubieran elegido. Pero se sabe que a los rivales no se los escoge, simplemente hay que aceptarlos y vencerlos. Entonces, en el único cruce de octavos entre dos seleccionados que ya fueron campeones del mundo, Argentina (en 1978 y 1986) y Francia (en 1998) se encargarán, desde las 11 de la mañana del sábado, de poner en marcha la etapa de eliminación directa del Rusia 2018.

Ya no quedaba espacio temporal para las cábalas ni para el orden ni para el análisis… y en medio del caos apareció el héroe menos pensado: el zurdísimo Marcos Rojo metió un derechazo bajo, contra el palo del arquero nigeriano y desató una euforia histórica que partió desde el estadio Krestovski y recorrió medio mundo hasta cubrir toda la Argentina.

A esta altura, para el futbolero argentino medio, lo que queda es ir aferrándose a señales que generen optimismo para afrontar el tercer partido del Rusia 2018. Y teniendo en cuenta que la Selección deberá enfrentar a Nigeria con la obligación de ganar para tratar de pasar a los octavos de final del torneo, vale decir que el historial es totalmente favorable para la celeste y blanca: en los cuatro partidos disputados por copas del Mundo, la Argentina ganó todos: en 1994, 2002, 2010 y 2014.

Tensión extrema, angustia, incertidumbre, desconcierto, falta de control, ausencia de liderazgo, enojo, desolación, decepción, frustración, desánimo… noventa y pico de minutos del segundo partido de la Selección Argentina en el Mundial resumidos en un puñado de palabras con connotación triste.

La primera jornada del Grupo D del Mundial puso a la Selección Argentina a revisar sus cuentas. Después del inesperado –al menos en todos los cálculos previos– empate frente a Islandia por 1 a 1, hubo que empezar a hacer nuevas proyecciones. No es lo mismo enfrentar a Croacia, que se suponía sería el rival para definir el primer y segundo lugar, con un punto en el bolso en lugar de los tres que se esperaban hace una semana. Por eso, una máxima del fútbol suele decir que todos los partidos deben jugarse antes de darlos por ganados.

Lejos de pretender desarrollar un tratado de psicología deportiva, sería bueno recostar a la Selección Argentina en el diván, en un consultorio, bajo la mirada inquisidora del prócer de la ciencia que más le guste a cada uno, para poder resetear a un equipo que necesita urgente un service para su psiquis gastada. Solo de esa manera se podrán descubrir, entender e intentar corregir una serie de fallas estructurales para que el plantel del conjunto nacional logre destrabar en pocos días y seguir soñando con una tercera Copa del Mundo.

Este sábado, a las 10:00, la selección argentina debutará en su decimoséptima Copa del Mundo, en Moscú, enfrentando a Islandia, un seleccionado que se estrenará en forma absoluta en campeonatos mundiales. La celeste y blanca tiene dos títulos mundiales, tres subcampeonatos, y es el cuarto equipo más efectivo, detrás de Brasil, Alemania e Italia, en la historia de los torneos.

Que sí, que no, que hubo promesas, que nadie prometió nada, que fueron algunos jugadores y otros no, que fue alguien del cuerpo técnico… en definitiva, el mito de la promesa rota a la Virgen de Copacabana de la ciudad de Tilcara, en Jujuy, vuelve a hacer ruido en la previa de cada Copa del Mundo. Y esta vez no fue la excepción.

Desde su debut —accidentado por la expulsión temprana— en el equipo nacional, Lionel Messi se convirtió en el líder de un conjunto que buscará en Rusia la tercera Copa del Mundo para la Argentina. En el medio, se puede resumir su currículum en algunos números que ayudan a repasar su historia en celeste y blanco.

Más allá de la lesión que dejara afuera a Sergio Romero y que motivó el llamado de urgencia a Nahuel Guzmán, la lista oficial de 23 jugadores seleccionados por Jorge Sampaoli para afrontar el Mundial de Rusia, que fue confirmada oficialmente este lunes 4, ya se conocía.

El bicampeón del fútbol argentino, Boca Juniors, y uno de los mejores equipos de la temporada 17/18, Talleres de Córdoba, armaron una fiesta en el estadio Mario Kempes de la ciudad de Córdoba. La excusa: celebrar casi todo. Y para los clientes de BBVA Francés, la oportunidad de vivir experiencias exclusivas, una vez más.

Definida la Superliga el miércoles de la semana pasada con el empate entre Boca y Gimnasia, la última fecha tenía reservadas todavía un montón de sorpresas y sobre todo inestabilidades emocionales, a tono con lo que fue todo el torneo. La pelea por asegurarse los lugares en las copas Libertadores y Sudamericana del año que viene generaron temores, sospechas, angustias, reclamos y alivios por todos lados.

Las imágenes hablan… Guillermo Barros Schelotto vive los últimos segundos del partido sentado pero con la mente volando a mil kilómetros por hora… los suplentes y los jugadores que fueron reemplazados, con Carlos Tévez como abanderado, se comen los restos de uñas que les quedan en las manos parados al borde del campo de juego… dentro de la cancha.

El fútbol argentino -lamentablemente- muchas veces parece guionado por mentes retorcidas y fantasiosas que son capaces de escribir las historias más inverosímiles. Ya sea por ridículos, curiosos o cercanos al realismo mágico, los capítulos de la Superliga colman los ficheros en los que se registran las situaciones polémicas. Y eso que no se incluye, en este caso, ni a la Selección Nacional ni a los torneos del ascenso.

Más allá de cómo termine la primera edición de la Superliga, a Boca habría que darle un premio especial por haber mantenido el suspenso del torneo hasta las últimas fechas. Porque el equipo que lleva casi 500 días consecutivos como líder del fútbol argentino dio la sensación de escaparse cómodamente hacia el título en dos etapas del campeonato, pero le devolvió emoción a la pelea perdiendo dos partidos seguidos a fines de 2017 y otros dos durante este mes.

El fútbol es un estado de ánimo, se animó a definir alguien. Y es indudable que tuvo razón. Con un ejercicio sencillísimo de memoria es fácil recordar que hace poco más de un mes, Boca era cómodo líder de la Superliga y resolvía sus partidos por inercia porque ni siquiera necesitaba jugar bien para ganar, o por lo menos empatar, mientras el resto amagaba con acercarse a la punta.

El fin de semana volvieron las dudas a la Superliga Argentina. Inesperadamente, Boca (50 puntos) le dio un poco de emoción otra vez al torneo, a falta de cinco fechas para el final, pero fueron pocos los que se animaron a aprovechar la invitación a vestirse de potenciales campeones. Porque ni San Lorenzo (42) ni Talleres (41) ni Racing (36) pudieron resolver sus partidos de manera positiva y solo Godoy Cruz (43), Independiente (39) y Huracán (37) asumieron el compromiso.

Pablo Pérez, primero. Guillermo Barros Schelotto, dos minutos más tarde. Todo Boca, en la noche del domingo, sintió que se sacaba toneladas de peso de encima. El gol postrero que sirvió para vencer a Talleres y para detonar la felicidad en la Bombonera, convirtió en oro lo que parecía barro.

Jorge Luis Borges solía expresar su desprecio por el fútbol sin ahorrar críticas ni adjetivos: calificó al deporte, entre otras cosas, de “pueril, absurdo, estúpido y ridículo”. Alguna vez reconoció haber ido a la cancha para asistir a un Argentina-Uruguay, pero se retiró al finalizar el primer tiempo, suponiendo que había concluido el encuentro y sin saber el resultado. Seguramente, hubiera sido inútil explicarle, entonces, los efectos psicológicos liberadores de un triunfo como el que consiguió River la semana pasada para quedarse con la Supercopa Argentina, y las ataduras emocionales que produce una derrota como la que sufrió Boca, en el partido disputado el miércoles en Mendoza.

Los gestos decían más que las palabras en las últimas horas del miércoles, en el cierre de una fecha histórica para el fútbol argentino. Marcelo Gallardo no cabía dentro de su cuerpo, el uruguayo Rodrigo Mora lloraba desconsolado de alegría, Franco Armani buscaba retener en su mente tanta felicidad que lo bañaba, todo River era una enorme sonrisa, con música de supercampeón después del 2 a 0.

Dos goles, dos desahogos, dos gritos postreros que tienen doble valor, porque además de haber servido para ganar, fueron vitales para encarar la previa de la Supercopa Argentina que definirán este miércoles Boca y River, en Mendoza.

El 14 de marzo se va a producir un hecho histórico en el estadio Malvinas Argentinas de la ciudad de Mendoza: Boca y River van a definir la Supercopa Argentina, en un partido único e inolvidable. La preventa exclusiva de plateas para clientes de BBVA Francés comenzará este 9 de marzo, desde las 10:00 a.m., a través de Autoentrada. En tanto la venta de plateas para el público en general será desde el sábado 10.

El 0 -2 del Boca, que está de puntero, ante el Bicho fue inesperado en uno de los campeonatos más previsibles que se ha presentado en los últimos años.

“Sigan diciendo que el equipo juega mal y dejen que nosotros nos aburramos tranquilos”, ironizaba un hincha de Boca (43 puntos) mientras lo entrevistaban al finalizar el triunfo por 4 a 2 sobre San Martín de San Juan (22). Que tiene ayuda de los árbitros; que el mediocampo no genera juego; que la defensa no termina de ajustarse; que el arquero muestra poco; que, que y que… y mientras tanto, el equipo de Guillermo Barros Schelotto es el dueño de la cima del fútbol argentino hace un año y pico y se ríe de las críticas.

Una vieja verdad del fútbol asegura que el mejor árbitro es el que pasa inadvertido. El lunes al mediodía, al responsable de los jueces del fútbol argentino, Horacio Elizondo, estaba contra la pared y lo tiroteaban desde todos lados para que intentara explicar porqué volaron las sospechas durante todo el fin de semana.

Boca lleva 33 fechas seguidas -en dos torneos- como líder del fútbol argentino. Obtuvo 75 de los 99 puntos posibles. Y, más allá de que a sus simpatizantes poco les importa el aburrimiento de los demás, genera cierto tedio porque le quita emoción a la pelea por el título de la Superliga 2017/18. En diciembre del año pasado, con dos derrotas seguidas, había amagado con resignar protagonismo, pero fue apenas un espejismo y en el reinicio del torneo mantuvo el paso triunfal. Lo curioso es que con todos esos datos sigue siendo un equipo que no enamora por juego ni da la sensación de imbatibilidad.

Nacho Scocco con una apilada “maradoneana” en el Monumental; Lautaro Martínez pidiendo un pasaje a Rusia 2018 con la potencia de un toro; Carlitos Tevez volvió a gritar en el fútbol local; Lucas Barrios, un goleador mundial, renovó sus credenciales en La Paternal; Leandro Fernández festejó en silencio para un triunfo clave en Santa Fe. En realidad, no sobraron los goles en la fecha 14 de la Superliga, pero varios tuvieron sellos especiales, por calidad, por emoción, por historia...

Pasan los días, pasan los meses, comienza un nuevo año, en la punta de la tabla del fútbol argentino no cambia nada, se mantiene firme Boca. Lo amenazan, se le arriman, pretenden asustarlo, y todo sigue invariable.

En medio de un mercado de pases con incorporaciones y regresos rutilantes, que mantienen a los hinchas con las expectativas por las nubes, el primer Superclásico del año resultó tan espectacular -por suerte eso no cambia- desde el marco, como pobre y chato desde el contenido. Más allá de que a los de River les pueda durar la sonrisa un par de días porque es el partido que hay que ganar sin preguntar si es amistoso o la final del torneo más importante de la historia universal, el de Mar del Plata fue un duelito aburrido, con pocas llegadas y escasas emociones.

Entre lesiones y suspensiones que fueron minando lo que hasta hace un mes parecía un camino cómodo, Boca terminó llegando al receso de fin de año de la primera edición de la Superliga Argentina mostrando signos de cansancio físico y mental.

Hubo un rato, el domingo a la tarde, en el que se produjo una situación inédita en 2017, Boca (27) perdió la punta del torneo con San Lorenzo (27), que si bien a esa altura tenía dos partidos jugados más, poco importaba a la hora de buscar un título con gancho. Sin embargo, a las nueve de la noche, todo había vuelto a la normalidad y el Xeneize volvía a posarse en lo más alto de la tabla de posiciones de la Superliga.

Finalmente, lo que hace diez días parecía difícil de imaginar, sucedió. La primera edición de la Superliga Argentina volvió a parecerse a un torneo y dejó de ser un unipersonal aburrido y previsible protagonizado por Boca (24 puntos).

Se habló tanto en la previa de la fecha 9 de la Superliga Argentina y se hicieron tantos cálculos matemáticos respecto de la ventaja que Boca (24 puntos) les iba a sacar a sus perseguidores que el triunfo de Racing (12) en la Bombonera obligó a salir a buscar calculadoras, ábacos, fósforos o cualquier otra cosa que permitiera rehacer todas las cuentas.

Que no se termine, pedía el relator de la televisión, cuando quedaban pocos minutos para que finalizara el Superclásico que se robó todos los flashes de la octava fecha de la Superliga Argentina. El ruego no tenía que ver con el nivel de juego de los equipos sino con el alto grado de emotividad que brindó el partido. Pero, se sabe que todo tiene un final, y llegó el último pitazo del árbitro para bajarle el telón a un encuentro vibrante, caliente y que justificó todo lo que se habló en la previa y que se seguirá analizando durante varios días más.

Como la Superliga Argentina se convirtió en dos campeonatos en uno, porque Boca (21 puntos) parece jugar solo, contra sus récords, y el resto le apunta al segundo lugar de la tabla, las discusiones entre los especialistas pasan por definir si el equipo de los Barros Schelotto tiene el ADN del que dirigía Carlos Bianchi, en los primeros años del siglo XXI o no, y que combinaba solidez y contundencia para convertirse en casi invencible.

Los números de Boca (18 puntos) son impactantes. Seis jugados, seis ganados, 15 goles a favor y apenas uno solo en contra… todo para redondear el mejor inicio de un campeonato para el club desde que comenzaron a disputarse los torneos profesionales, en 1931.

No fueron fáciles los útimos días para Guillermo Barros Schelotto. A la dura lesión que sufrió Fernando Gago en el partido que la Selección Argentina empató con Perú en la Bombonera por las eliminatorias para el Mundial 2018, se le sumó el flojo desempeño del equipo que viajó a San Juan para disputar la Copa BBVA Francés frente a San Martín.

Al trotecito, casi sin despeinarse, Boca (15 puntos) ya se despegó del resto de los equipos en la primera edición de la Superliga Argentina. Cinco jugados, cinco ganados, quince goles a favor y apenas uno en contra… números que alcanzan para marcar la diferencia que tiene el puntero del torneo con el resto. Si bien quedan otros cuatro equipos que todavía no perdieron en lo que va del campeonato, lo del equipo de los mellizos Barros Schelotto es mucho más que una cuestión matemática, porque por ahora le sobra sin pisar el acelerador a fondo.

Cuatro jugados, cuatro ganados, doce goles a favor, uno en contra y, sobre todo, la sensación de que Boca se ha vuelto imbatible en el fútbol argentino.

Solo tres fechas les tomó a Boca y a River para ubicarse en la punta de la tabla de posiciones de la Superliga. ¿Habrá que darles la razón, entonces, a los agoreros que pronosticaron un torneo dominado por los dos clubes más populares de la Argentina y con poco misterio? Quizás es demasiado pronto como para sacar conclusiones definitivas, pero los números no mienten.

Entre el Superclásico que se disputó en San Juan por la Copa BBVA Francés, los partidos de la Copa Argentina que estaban programados y los dos decepcionantes empates del seleccionado argentino por las eliminatorias para el Mundial de Rusia, no hubo tiempo de extrañar a la Superliga. De todos modos, más allá de sensiblerías, el torneo del nombre de héroe ya presenta la segunda fecha, que comenzará este viernes, a las 19:05, con dos partidos.

El domingo en la noche, en los pasillos de la Bombonera, un socio de Boca estaba tan agrandado que pedía a los gritos que su club desafiara a River a un partido de básquet, otro de vóleibol, uno de handball y hasta de ajedrez.

Casi siempre pasa lo mismo. Se anuncia como amistoso, pero Boca y River entran en la cancha y el concepto “amistoso” se queda en el vestuario, porque el Superclásico no se puede disfrazar de otra cosa. Por eso, la Copa BBVA Francés que se puso en juego en San Juan, el sábado por la tarde, dejó sonrisas, caras largas, conclusiones positivas y preocupaciones, según el color de las camisetas, como si se hubiera tratado de un partido oficial, con puntos en juego.

Quizás fue por la ansiedad o por la abstinencia, pero más allá de los resultados, que nunca pueden dejar contentos a todos, la Superliga debutó con aplausos. Goles, propuestas ofensivas combinadas con algunos desastres defensivos, errores arbitrales…, en definitiva, un menú conocido al que el nuevo nombre del torneo le dio un toque de sofisticación.

“¿Arranca? Siempre arranca”, pregunta y se responde el locutor de la publicidad de bujías para motores diésel. Y podría, con matices, aplicarse a los campeonatos del fútbol argentino, que siempre arrancan, más allá de que hasta ahora es difícil saber cuándo es exactamente ese “siempre arranca”. Con nombre nuevo, estructura de estreno y promesas de calendarios serios y controles financieros estrictos para los clubes, lo que arranca hoy viernes 25 es la primera edición de la Superliga Argentina de Fútbol.

Hace varios años que un mercado de pases no generaba tanta expectativa en los clubes grandes de la Argentina como el actual, previo a la primera edición de la flamante Superliga que comenzará el viernes 25 de agosto. Y los dos más grandes, Boca y River, por calidad y cantidad de refuerzos, largan como grandes candidatos a quedarse con el título de la temporada 2017/18.

El nombre —quizás algo exuberante— motiva, sin dudas. La Superliga argentina, que ya tiene fecha de comienzo y fixture, va a marcar un mojón en la historia del fútbol nacional. Porque una entidad externa a la AFA será la encargada de organizar el torneo de Primera División, que en esta temporada tendrá 28 equipos, dos menos que el campeonato pasado.

Se sabe que un Boca-River, por más que tenga cartel de amistoso, nunca deja de ser un Superclásico de resonancia mundial. Por eso, la confirmación de la Quinta edición de la Copa BBVA Francés que disputarán los dos clubes más populares de la Argentina el 2 de septiembre, en el estadio del Bicentenario de la ciudad de San Juan, ya puede considerarse uno de los eventos deportivos más importantes de la segunda mitad del año.