El arte visto desde un tablero de ajedrez
Las Fundaciones BBVA y Miró inauguran esta tarde en Barcelona Fin de partida: Duchamp, el ajedrez y las vanguardias, una muestra que reúne cerca de 80 piezas, muchas de ellas jamás vistas en España, de algunos de los artistas fundamentales del siglo XX.
La exposición, abierta hasta el 22 de enero de 2017, es una historia de las vanguardias artísticas contada desde un tablero de ajedrez por artistas de la talla de Paul Klee, Vasili Kandinski, Max Ernst, o el propio Duchamp.
El ajedrez, que históricamente había sido el pasatiempo intelectual de las clases altas, se popularizó a principios del siglo pasado, y se extendió entre todas las capas sociales. En ese contexto cultural se forma Marcel Duchamp, uno de los artistas centrales de la vanguardia, que dedicó buena parte de su vida al estudio del ajedrez.
Duchamp llegó a competir en el campeonato nacional francés en 1925 y representó a su país en la Olimpiada de Ajedrez de 1933. Su afición por este juego era tan grande que le llevó a anunciar su retirada del arte para dedicarse exclusivamente al ajedrez, un ejercicio intelectual que consideraba “una forma de arte más puro”. El juego no acabó con su carrera artística pero fue una de las causas del fracaso de su matrimonio.
Marcel Duchamp. La Partie d’échecs [La partida de ajedrez], 1910. - © Marcel Duchamp, VEGAP, 2016
Una partida en seis movimientos
La muestra, que se inaugura esta tarde, se organiza en seis ámbitos. El espacio inicial, titulado Del ocio familiar al cuadro como idea, parte del ajedrez como motivo en las pinturas de género doméstico del post-impresionismo y finaliza con la invención de los ready-mades –obras de arte creadas a partir de objetos cotidianos– por parte de Marcel Duchamp.
En esta sala se exponen, entre otras, obras de Jean Metzinger, Jean Crotti y el propio Duchamp, del que destacan el óleo La partida de ajedrez, y el ready-made Trébuchet.
A continuación, en la sala dedicada a El ajedrez y el arte para el pueblo, se explica cómo el ajedrez se convirtió en un elemento de educación y ocio para la clase obrera en el marco del constructivismo ruso. Al mismo tiempo, en las enseñanzas de la Bauhaus alemana, el juego adquirió un carácter renovado y abstracto como parte de un programa para diseñar lo cotidiano.
Sobresalen en este espacio tres piezas de especial relevancia: el óleo de 1937 Superajedrez, de Paul Klee; el cuadro Vestidos simultáneos (Tres mujeres, formas y colores), de Sonia Delaunay, y Línea completa de Vasili Kandinski.
Paul Klee. Überschach [Gran tablero de ajedrez], 1937. - © Paul Klee, VEGAP, 2016
El espacio psicoanalítico del tablero, tercera sección de la muestra, examina cómo, en manos de los surrealistas, el ajedrez se convierte en un método de análisis. Esta sala reúne, entre otras, piezas de Man Ray, Muriel Streeter o Mercè Rodoreda.
El ajedrez como vehículo de propaganda bélica
Durante los episodios bélicos que agitaron Europa en los años treinta y cuarenta, el ajedrez se transforma en un elemento clave de propaganda nacional y en una metáfora del triunfo en la batalla. En la sala El juego de la guerra, la exposición explora de qué manera el ajedrez se transforma en un vehículo especialmente sofisticado para trabajar la psicología social en tiempos de guerra.
Finalizada la contienda mundial, el límite entre el ajedrez y la obra de arte se difumina hasta el punto de que muchos artistas diseñan sus propios juegos. La mayor parte de estos trabajos se exhibieron en una exposición organizada en 1944 en Nueva York. El penúltimo apartado de la exposición patrocinada por la Fundación BBVA –La imaginería del ajedrez– es un homenaje a aquella muestra histórica, de la cual toma el título y reúne algunos de los juegos más destacados: tableros y piezas vanguardistas firmados por Max Ernst, Alexander Calder o Isamu Noguchi, entre otros.
Dorothea Tanning. Collage de tres fotografías tomadas por Julien Levy, 1945. - © Dorothea Tanning, VEGAP, 2016
En 1968, poco antes de su muerte, Duchamp pasa el testigo de su trabajo a los representantes del arte conceptual en una performance ajedrecística con el músico John Cage: una partida en la que el público podía escuchar el movimiento de las piezas sobre el tablero mientras contemplaba imágenes osciloscópicas en pantallas de televisión.
El último espacio de la muestra, Fin de juego: el ajedrez en los inicios del arte conceptual, incluye la grabación de aquella performance, así como una selección de obras de los pioneros del arte conceptual inspiradas en el ajedrez y firmadas, entre otros, por Takako Saito, George Maciunas o Yoko Ono.