Control y planificación en el hogar: la clave del éxito para una economía doméstica saludable
La gestión financiera previene problemas y promueve una economía familiar estable. En tiempos difíciles, cada gasto es crucial y tomar decisiones informadas es clave.
En Argentina, la estabilidad económica del hogar depende de ser cuidadosos con cada peso gastado. La planificación financiera no solo previene sorpresas desagradables, sino que también abre puertas a una economía doméstica más equilibrada. En tiempos de incertidumbre, cada centavo cuenta y las buenas decisiones pueden marcar la diferencia para lograr una gestión saludable.
Mientras algunas personas priorizan viajar o ahorrar para adquirir una propiedad, otras se enfocan en garantizar su estabilidad económica para la vejez. Para lograr estos objetivos es clave contar con un plan financiero. Pero, ¿cómo iniciarlo? Para empezar es necesario mantener un equilibrio entre ingresos y egresos, de modo tal que los recursos se utilicen de manera eficiente y consciente con el fin de maximizar el patrimonio.
“El comienzo de un plan financiero es el final: lo primero que hay que definir es la meta. Es decir, resolver qué quiero hacer en un determinado momento (el qué y en cuánto tiempo, en primer término) para luego tomar especial conciencia desde dónde parto”, explica Guillermo Poch, contador público, tributarista y profesor en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad del Salvador (USAL). En ese sentido, asegura que hay que animarse a planificar, pues lograr resultados es el motor para continuar haciéndolo.
Primer desafío: controlar los centavos
“El mayor desafío a la hora de administrar eficientemente el dinero es descubrir cuáles son las vías de escape, las fugas por lo que es indispensable llevar un control de gastos”, comenta Pedro Marín quien es Licenciado en Administración, asesor financiero y fundador de la consultora Prospei. Además, cuenta con una cuenta de divulgación en Instagram (@finanzasconpedro) con más de 100.000 seguidores.
En ese sentido, el experto advierte: “Hay un dicho que hace referencia a que hay que controlar los centavos porque los billetes grandes se cuidan solos”. Según explica: “Pocas veces se presta atención a los gastos pocos significativos y se hace mayor hincapié en los gastos grandes. Sin embargo, la real dimensión sobre la frecuencia y la reiteración de un gasto chico (“gasto hormiga”), que al parecer va a tener un bajo impacto en nuestra economía, aparece al anualizarlo”.
Presupuesto y proyección
Las claves para lograr control de gasto eficiente son crear un presupuesto que permita identificar en qué rubros se gasta más y cuáles son “los gastos hormiga”. Luego hay que establecer prioridades, mejorar los hábitos de consumo y decidir en forma consciente.
“Por ejemplo, si preferís gastar en ese cafecito todos los días que a fin de mes termina siendo un número significativo o, ahorrarlo e invertirlo para convertirlo en un objetivo más valioso para vos”, ilustra Marín.
Para Poch: “La toma de conciencia del gasto anual es la primera medida para mitigar el gasto chico. Otra forma es, luego de abonar los gastos imprescindibles, hacer una inversión con el remanente. Cuando la persona no tiene el dinero disponible y lo obliga a desinvertir, le genera la inquietud de qué hacer”.
Otro punto muy importante es establecer objetivos a corto, mediano y largo plazo, ya que serán “el motor que impulse a tomar la decisión de ahorrar e invertir, que no es ni más ni menos que resignar un consumo en el presente para obtener una renta, un beneficio futuro. Esto puede incluir: ahorrar para una emergencia, pagar deudas, comprar una vivienda o invertir para la jubilación”.
El esfuerzo del día a día
Marín sugiere una fórmula sencilla para alcanzar de manera metódica los objetivos propuestos llamada La regla del 50/20/30. Es decir, asignar el 50% de los ingresos a necesidades básicas, el 20% a deseos (gastos variables) y el 30% al ahorro y pago de deudas; revisar el presupuesto cada mes para hacer ajustes según sea necesario y asegurarse de que los hábitos de gasto estén alineados con las metas financieras; evitar deudas innecesarias: utilizar el crédito de manera responsable, pagar siempre el total del resumen de la tarjeta y utilizarla solo para aquellos consumos indispensables.
Salvavidas financiero
Un fondo de emergencia es una reserva de dinero destinada a cubrir gastos imprevistos o situaciones financieras inesperadas, como la pérdida de empleo, una cuestión médica o reparaciones en el hogar. Este fondo “de auxilio” es una herramienta crucial en la planificación financiera, ya que proporciona una red de seguridad que ayuda a evitar la necesidad de endeudarse o vender activos en momentos de crisis. Es recomendable que el fondo de emergencia cubra al menos tres a seis meses de gastos básicos, dependiendo de la situación personal y financiera de cada individuo.
Tal como explica Marín, el fondo de emergencia debe ser uno de los primeros objetivos financieros. “Las ventajas de contar con este fondo son significativas: brinda tranquilidad financiera y con ello reducción del estrés. Además, evita contraer deudas o pedir préstamos y constituye un blindaje patrimonial que previene tener que vender activos o deshacerse de inversiones en caso de una emergencia”.
Por último, suma empoderamiento financiero al permitir tomar decisiones financieras con mayor tranquilidad y margen de maniobra.
Asesoramiento seguro
Respecto de la necesidad de asesoramiento en materia de planificación financiera, Poch asegura: “Si bien cada persona está en condiciones de poder tomar decisiones desde un punto de vista financiero, soy de la opinión que un profesional contribuye significativamente”.
Marín coincide: “Poder contar con un especialista es clave para ahorrar tiempo y dinero. Podés ser autodidacta en la materia, pero llevará más tiempo y será más costoso, ya que aprenderás con errores que podrían haberse evitado y tendrán un precio”.
Asimismo, es importante asegurarse que el profesional consultado sea idóneo en la Comisión Nacional de Valores (CNV), cuente con matrícula y tenga buenas referencias. “La transparencia y el compromiso son muy importantes”, concluye Marín.