Angélica Dass: "No existe el color carne”
En cualquier estuche de pinturas que se precie encontramos una con un color más claro que el rosa y más oscuro que el blanco, algo parecido al beige. Un color que nos han enseñado a llamar el lápiz de color carne. Un canon impuesto por la sociedad que poco representa la realidad.
Angélica Dass nació en Río de Janeiro en una familia llena de colores: “Mi padre tenía un intenso tono de chocolate y fue adoptado por los que yo conozco como mis abuelos. La matriarca, mi abuela, tenía la piel de porcelana y el pelo de algodón. Mi abuelo era algo parecido al yogur de vainilla y fresas, como mi tío y mi primo. Mi madre tiene la piel color canela, hija de una nativa brasileña de un tono avellana y miel y de un hombre color café con leche pero con mucho café”.
Para Angélica, la diversidad de razas era algo con lo que había crecido desde pequeña. Pero fuera de las puertas de su hogar, la sociedad le imponía unas etiquetas que ella no entendía. “En la escuela encontré sentimientos contradictorios: no entendía por qué entre mis lápices solo existía un único color carne. Yo no era rosa, mi piel era marrón pero la gente decía que yo era negra”, recuerda.
Estas inquietudes infantiles dejaron huella en Dass y quedaron patentes en su carrera como fotógrafa y activista cuando en abril de 2012 se embarcó en el proyecto Humanae, una colección de retratos para mostrar lo absurdo de intentar etiquetar a las personas por el tono de su piel. “Por mi procedencia y la realidad social y étnica de donde nací, siempre he pensado sobre la clasificación de colores asociada a la raza: blanco, negro, rojo y amarillo. Una reducción de algo que para mí era mucho más rico”, afirmó Dass en su conferencia para TEDxMadrid en 2013.
Esta charla fue elegida como una de las mejores de ese año de las franquicias TEDx y la llevó a participar en el evento global de TED Talk en febrero de este año, cuyo vídeo cuenta con más de un millón y medio de visualizaciones. “TED funciona como una gran herramienta de comunicación. Cuando participé en 2013 mi trabajo ya era viral pero TED me ha proporcionado la posibilidad de contar la historia que había detrás del proyecto”, comenta la fotógrafa.
Angélica Dass con Humanae de fondo durante su participación en TEDxMadrid 2013 - TEDxMadrid 2013
Un proyecto en progreso que actualmente reúne más de 3.700 fotografías realizadas en 24 ciudades y 15 países. Pero la brasileña aspira a más: “Si yo quiero hablar sobre humanidad hay que hacer un cierto equilibrio justo. Quiero ir a los cinco continentes, no me he acercado a Oceanía. Y no puedo hablar de la población humana sin ir a China”.
Humanae es el intento de Angélica Dass para hacer reflexionar sobre la clasificación de colores vinculada a las razas. Su método de trabajo consiste en retratar a voluntarios sobre un fondo blanco para después sustituirlo por un fondo del color de su piel. Para seleccionar el tono, Angélica toma un cuadrado de 11x11 píxeles de la nariz del protagonista. “La elección de la nariz es intencional porque es la primera parte del cuerpo que cambia cuando tomamos el sol, cuando estamos resfriados, cuando bebemos demasiado… Es una forma de mostrar también que un mismo individuo tampoco tiene un único color de piel”, aclara.
A cada fotografía, Dass asocia el número correspondiente de la paleta de Pantone, un sistema industrial de clasificación de colores basado en una numeración sin connotaciones de raza o religión, creando una gama casi infinita de tonos de piel.
Un proyecto con marcado carácter social
En 2016, Angélica volvía a TEDxMadrid, patrocinado por Blue BBVA, para hablar de los progresos de su proyecto desde su anterior intervención. En este tiempo, Humanae se ha expuesto en países como Brasil, Suiza, Chile, España, Noruega, Corea del Sur, Etiopía o Estados Unidos. Y mientras su trabajo da la vuelta al mundo, ella ha vuelto a la escuela. Animada por varios profesores que encontraron en su trabajo una herramienta pedagógica, decidió hacer talleres en colegios. “Primero les planteo un juego con cartulinas y las fotos del proyecto, y luego saco el bendito lápiz rosa que llaman de color carne”, comenta. “Al final de la actividad, cada niño quería su propio color carne”.
Mientras sigue sumando rostros e historias a su proyecto fotográfico, Angélica Dass concentra ahora sus esfuerzos en crear una fundación para esta vertiente educativa de Humanae. La buena acogida de los talleres que ha impartido la han convencido de que los profesores pueden ser sus principales aliados a la hora de transmitir su mensaje. “Mi gran objetivo con esta idea es facilitar la vida a este tipo de profesores para que puedan acceder al material y multiplicar el mensaje”, afirma Dass.
Este es el mensaje de una activista en cuya paleta de colores no hay primarios o secundarios y donde tampoco hay espacios para el blanco y negro: Angelica Dass (Pantone: 7522 C).