50 años de la conquista de la Luna
OpenMind, el proyecto de BBVA para la generación y difusión de conocimiento sobre cuestiones fundamentales de nuestro tiempo, ha participado en el encuentro Objetivo: la Luna, una excusa perfecta para recordar las anécdotas y los momentos más destacados de la carrera espacial que llevó a los tripulantes del Apolo 11, el comandante Neil Armstrong y los pilotos Edwin E. Aldrin y Michael Collins, a pisar por primera vez la Luna el 20 de julio de 1969.
La exploración espacial ha permitido al hombre a lo largo de la historia poner a prueba nuevas tecnologías, desarrollar nuevas prácticas científicas y entender mejor el origen del planeta Tierra. Responder a las preguntas adecuadas es, además, un mecanismo de evolución imprescindible para avanzar y progresar como sociedad. Por todas estas razones es importante entender y celebrar los logros científicos que, como la conquista de la Luna, han supuesto “un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad”.
Pedro Duque, ministro de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España; Walter Cunningham, astronauta, piloto de la misión lunar Apollo 7 de la NASA; José Manuel Grandela, exingeniero español de INTA-NASA; y Santa Martínez, coordinadora del procesamiento científico en la misión BepiColombo de la Agencia Espacial Europea (ESA) han participado en este debate sobre el pasado, presente y futuro de la exploración espacial, aprovechando una efeméride tan significativa como el 50 aniversario del primer alunizaje, un evento que se retransmitió en directo a todo el planeta y que ha pasado a la historia como uno de los hitos tecnológicos y científicos que han transformado el mundo en el que vivimos.
Walter Cunningham participó en la carrera espacial que nos llevó a la Luna antes del alunizaje, en la misión Apolo 7 de 1968, la primera tripulada del programa lunar Apolo. Tres astronautas estuvieron once días en órbita alrededor de la Tierra, tan solo 21 meses después de que sus compañeros tripulantes de la misión anterior (Apolo 1) muriesen en un incendio en la cabina durante un test de lanzamiento en tierra. Después de 1.040 modificaciones técnicas, Walter Cunningham, el comandante Walter M. Schirra y Donn F. Eisele volaron durante 260 horas, 8 minutos y 58 segundos, un experimento crucial para desarrollar las futuras misiones Apolo, y la que nos llevaría definitivamente a la Luna, la misión Apolo 11.
"Dentro de 500 años ningún evento habrá aguantado mejor el paso del tiempo que la llegada del hombre a la Luna"
Pedro Duque ha consolidado su carrera como astronauta e ingeniero aeronáutico y ha viajado al espacio en varias misiones. Aunque era muy joven cuando tuvo lugar el primer alunizaje, recuerda esa noche en su casa, pegado a la televisión en blanco y negro. Volviendo la mirada al presente y a su actual cargo de ministro, es consciente de que en Europa todavía dedicamos menos esfuerzos a este área científica de desarrollo tecnológico en comparación con Estados Unidos o Rusia. Duque afirmó que uno de sus objetivos es traer a los Consejos de Ministros de la Unión Europea la necesidad de posicionarse y decidir sobre las próximas aventuras de exploración, que van a ser “muy importantes para la humanidad, y los jóvenes europeos se merecen la oportunidad de poder participar”.
El ingeniero José Manuel Grandela era en 1969 uno de los jóvenes españoles que pudo participar en el primer alunizaje controlando las comunicaciones desde las instalaciones de la Nasa en Madrid, uno de los tres centros de seguimiento de la misión Apolo 11. “ Tuvimos el honor en Fresnedilla de ser los controladores natos, únicos y exclusivos de las comunicaciones entre la nave y la Tierra.” Grandela relata con entusiasmo como a su lado tenía unas agujas de tinta que marcaban los electrocardiogramas y encefalogramas de los tripulantes. En Madrid se registraron las 158 pulsaciones de Amstrong cuando pisó la Luna. Pero el momento más emotivo fue para Grandela el comunicado de Amstrong confirmando que el Eagle (el módulo lunar de la misión Apolo 11) había aterrizado. “En ese momento explotamos todos. Habíamos contenido la emoción sin darnos cuenta y tuvimos fuerza para abrazarnos porque la primera etapa del Apolo 11 se había conseguido”.
Santa Martínez, que lleva 12 años en la ESA trabajando como ingeniera de procesado y archivo científico para misiones planetarias, no había nacido cuando Amstrong puso un pie en la Luna y actualmente trabaja en la misión europea BepiColombo, la primera que explorará Mercurio. Para Martínez el escenario actual en el espacio es muy distinto al contexto en el que tuvo lugar el hito científico del Apolo 11: “ahora no se trata tanto de competir, sino de colaborar, y es fundamental para que podamos llegar más lejos”. Para ella sería muy bueno volver a la Luna “para quedarnos allí y explorar más allá”, aunque la próxima frontera es, sin duda, Marte, a pesar de que es consciente de que la tecnología actual no lo permite. Para ella, viajar al espacio es la mejor forma de mirar a la Tierra, explorar es algo innato para el ser humano y una clave para la evolución de la humanidad. “La exploración espacial es un pilar más de todos esos caminos de exploración que el ser humano tiene que seguir”.