12 errores típicos que debes evitar a la hora de invertir
Invertir los ahorros es una de las actividades cotidianas relacionadas con las finanzas personales. Sin embargo, muchas personas siguen cometiendo errores típicos al invertir. A continuación, y con el objetivo de ayudar a evitarlos, enumeramos hasta 12.
1) Aspirar a rentabilidades gigantescas con riesgos ínfimos
Rentabilidad y riesgo son las dos caras de una misma moneda. A las inversiones de mayor riesgo se las exige una prima por él, una rentabilidad mayor que compense colocar el dinero en esas inversiones de mayor riesgo.
Muchas personas son muy adversas al riesgo, es decir, no quieren arriesgarse a perder dinero bajo ningún concepto. Y, sin embargo, quieren obtener las máximas rentabilidades. Eso no puede ser, hay que elegir entre la seguridad que da la prudencia, o la esperanza de poder obtener grandes rendimientos que ofrece el riesgo.
2) Invertir en algo que no se entiende
Cuando se recibe asesoramiento, se deben realizar cuantas preguntas sean necesarias hasta comprender el activo en el que se va a invertir. Si no se entiende, lo mejor es no invertir en aquello que no se llega a comprender. De lo contrario, puede suceder que haya que enfrentarse a riesgos inimaginables, por ignorados.
Afortunadamente, en la actualidad, el catálogo de posibles activos financieros, inmobiliarios y de otro tipo en los que se puede invertir es muy grande. Por ello, el inversor debe buscar, dentro de lo que pueda comprender mejor, aquello que más se ajuste a sus preferencias.
3) No diversificar
La diversificación permite reducir el riesgo de las inversiones manteniendo el rendimiento que se puede esperar de ellas. Con la diversificación se pretende reducir, idealmente eliminar, el riesgo que es específico a cada una de las inversiones.
Por lo tanto, permitirá realizar inversiones en las que, corriendo un determinado riesgo en función de su perfil, se pueda esperar el máximo rendimiento disponible. Se perderá la oportunidad de obtener rendimientos muy por encima de lo esperado, pero también evitará encontrarse con rendimientos mucho menores de lo esperado.
4) Juzgar las inversiones solamente mirando al pasado, sin tener en cuenta el futuro
El pasado puede proveer a los inversores de mucha información sobre las características de liquidez, rendimiento esperado y riesgo de sus inversiones. Así, por ejemplo, si unas acciones han tendido a ser especialmente volátiles en el pasado, puede ser un indicativo de mayor rentabilidad esperada y riesgo; si un Estado ha pagado regularmente sus compromisos de deuda pública de forma continuada durante décadas, es un indicador de menor riesgo.
Sin embargo, hay que estar, en la medida de lo posible, muy pendientes de las expectativas de futuro de nuestras inversiones. Por ejemplo, las agencias de rating modifican sus calificaciones ante los cambios en las expectativas. Pensar que todo lo que atañe a las inversiones será como ha venido siendo en el pasado es un error.
5) Comenzar a ahorrar (y a invertir) demasiado tarde
Las inversiones deben seguir un ciclo vital. Los intereses de etapas más tempranas de la vida contribuyen a formar un capital mayor, lo que permite obtener rendimientos superiores en las etapas posteriores. Además, es importante comprender la noción de interés compuesto, que se considera una de las tres nociones financieras básicas que cualquier persona debería conocer. Dado que los intereses se acumulan para contribuir a formar un nuevo capital, crecerán cada vez más deprisa. Por eso, cuanto antes se empiece a ahorrar, mayores intereses se podrán acumular con un menor esfuerzo ahorrador.
Por otro lado, las inversiones deben seguir una planificación que tenga en cuenta todas las etapas de la vida. Quienes comienzan muy tarde a ahorrar se enfrentan a que las inversiones con una mayor rentabilidad esperada (y un mayor riesgo) pueden resultarles muy arriesgadas para su edad. Sin embargo, si hubiesen comenzado a ahorrar antes, habrían podido dedicar una parte de sus ahorros a inversiones más centradas en el largo plazo, con un riesgo algo mayor y que, con el paso de los años, podrían contribuir a generar buenos ahorros para la jubilación.
6) Descartar el extranjero como opción de inversión
Invertir en el extranjero podría aportar una gama más amplia de posibilidades. Puede brindar la posibilidad de diversificar geográficamente, lo que permite reducir los riesgos sin disminuir la rentabilidad esperada. Y, gracias a las técnicas de cobertura, se puede evitar correr el riesgo de tipo de cambio en las inversiones en moneda extranjera, si bien en el caso de España también se puede lograr optando por los países de la zona del euro.
7) No tener en cuenta la fiscalidad de las inversiones
El rendimiento que realmente interesa al inversor es el rendimiento neto de impuestos. Y del mismo modo, también los posibles riesgos fiscales deben ser tenidos en cuenta. Por ejemplo, las pérdidas pueden ser deducibles, pero dependen de que existan ganancias de las que deducirlas, lo cual plantea diferentes posibilidades a valorar. También hay que tener en cuenta las posibles expectativas de cambios en la normativa tributaria.
Es importante valorar cosas como si los rendimientos de capital de la inversión que se pretende realizar tienen retenciones, en qué momentos se producirían esos rendimientos con las posibles retenciones, el tratamiento de las ganancias patrimoniales en ese tipo de inversión, la posibilidad de diferir el pago de impuestos, posibles incentivos fiscales a determinadas formas de inversión... Solamente después de las consideraciones fiscales podremos analizar la rentabilidad de unas inversiones.
8) Comprar a “precios bajos”
Todo el mundo tiene algún amigo, familiar o conocido que le dice que ha comprado unas acciones, un piso o unas participaciones en un fondo de inversión porque “ha bajado mucho” y “ahora está muy bajo”. En condiciones normales, los diferentes mercados reflejan la mejor valoración que se puede hacer del activo con la información disponible. De lo contrario, los inversores profesionales e informados correrían a comprar esas “gangas”, elevando su demanda y, por tanto, su precio hasta que dejasen de ser “gangas”.
Los precios de los activos reflejan la información sobre las posibles ventajas que pueda reportar la inversión en ese activo y los riesgos que implica. En esas condiciones, hablar de precios “altos” o precios “bajos” debe considerarse una anomalía. Un ejemplo de esa clase de anomalías son las burbujas, en las cuales la propia subida de los precios atrae demanda especulativa que incrementa aún más los precios, alimentando la burbuja su propio proceso de formación.
9) Obviar la inflación
La inflación, aunque algunas personas no la tengan en cuenta, existe. Es por ello que comprender la inflación y sus efectos sobre la financiación y las inversiones es considerada una de las tres nociones financieras básicas que todo el mundo debería comprender. Hay que considerar rendimientos reales, una vez desquitada la inflación.
Todavía demasiadas personas creen que una inversión que da un 1% con una inflación del 0% es una inversión que “no da nada” y piensan, sin embargo, que otra que da un 4% con un 5% de inflación da una “rentabilidad mucho más interesante”. Es un desconocimiento que puede acarrear graves consecuencias, al tomar decisiones partiendo de premisas equivocadas.
10) Dedicar demasiado tiempo o demasiado poco tiempo a la toma de decisiones de inversión
Tomar decisiones de inversión requiere un tiempo para reflexionar, consultar con profesionales, debatir con otros miembros de la familia y, sobre todo, planificar la inversión de manera ordenada, como un conjunto coherente. Además, entender algunas cuestiones relacionadas con las inversiones puede requerir un tiempo.
Sin embargo, pensárselo demasiado puede añadir mucho ruido, más que información útil para la toma de decisiones.
11) No tener en cuenta las comisiones y gastos
Determinadas operaciones bancarias sirven para gestionar las inversiones: órdenes de compra, órdenes de venta, traspasos… Cada operación conlleva diversas gestiones que tienen un coste y en algunos casos existen también penalizaciones.
Hay que tener una visión equilibrada de las operaciones. Se han de hacer todas las necesarias, pero teniendo siempre en cuenta los costes que supone cada una.
12) No considerar la liquidez de la inversión
La liquidez es la capacidad que tiene un activo de convertirse en dinero con el que se paga (como un depósito a la vista, monedas, billetes…) en el menor tiempo posible y sin riesgo. Es una de las claves que hay que considerar en toda inversión, es decir, comprender las condiciones de liquidez de la inversión responde a preguntas como las siguientes: ¿y si tengo que desprenderme de la inversión, puedo hacerlo?, ¿en qué condiciones?
Muchos inversores están renunciando a buenas oportunidades de inversión, con rendimientos esperados algo mayores, por no tener inmovilizada una parte de sus ahorros, aun cuando la situación de sus finanzas personales se lo permite. Otros invierten en activos con malas condiciones de liquidez cuando, según sus circunstancias personales, podrían tener una alta probabilidad de necesitar ese dinero y encontrarse “atrapados” en la iliquidez de la inversión.